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Una de las D.O. más prestigiosas del mundo que este año ha cumplido 40 años

En este artículo vamos a conocer la historia de esta Denominación de Origen, desde sus inicios hasta la actualidad. Una evolución que ha sido constante, sin perder la identidad original en los 300 proyectos que forman parte de ella. Todos ellos, desde los más familiares hasta las grandes empresas comparten una filosofía común, calidad por encima de cantidad y una forma de vivir y disfrutar que les hace únicos o cómo ellos lo llaman el espíritu Ribera. Líderes en introducir sus vinos en eventos musicales, como Sonorama Ribera, la cultura, el cine o la literatura, han derribado los tópicos que decían que “para disfrutar del vino hay que saber mucho de él”.

 

La Historia de la Ribera del Duero nace hace más de 2.500 años, como lo demuestran los residuos de vino hallados en el yacimiento vacceo de Pintia y el mosaico romano de Baños de Valdearados. Las primeras bodegas excavadas datan del siglo XIII señalan que el vino y los viñedos eran una parte fundamental de la economía en esta zona. Sin embargo, la Denominación de Origen como la conocemos hoy en día surge a raíz de la iniciativa de viticultores y bodegueros que decidieron impulsar los vinos de su tierra a mediados de los años 70.

El escenario dónde nació esta D.O. es un tanto peculiar, ya que se trata de la Estación de Metro del Retiro de Madrid. Fue Javier Villagra unido a los bodegueros de la zona, el que después de mucha burocracia y papeleos para crear una Denominación de Origen, consiguió el 21 de julio de 1982 ser escuchado, recibiendo una llamada del ministro para firmar la constitución de la Ribera del Duero. Lo curioso de la historia es que esa llamada se produjo cuando estaban celebrando una muestra, en el Retiro, de las pocas botellas que se embotellaban en la zona.

Desde entonces las nuevas prácticas de cultivo, el enorme potencial de la zona y la tecnología más moderna han hecho de la Ribera de Duero un símbolo de calidad, pasando de pertenecer, en aquel entonces, solamente diez bodegas a incluirse un centenar de ellas en 1990.

En sus 25.035 hectáreas de viñedos divididas en 63.835 parcelas, los 8.000 viticultores que componen esta D.O trabajan los 365 días del año con pasión y dedicación. Un intenso trabajo que pone el foco en la poda y el aclareo con el fin de obtener un rendimiento bajo de la viña de unos 4.380 kilos por hectárea, para conseguir unas uvas con la mejor calidad posible. Materia prima que se trata con todo el mimo del mundo realizando la vendimia, en prácticamente la totalidad de esta zona, de forma manual. De esta forma los viticultores se aseguran de que las uvas no reciban golpes y permite seleccionar los mejores racimos. En cuanto a los viñedos hay que destacar que el 9% de ellos tienen más de 80 años, encontrándonos también con algunos centenarios.

Esta zona tiene unas condiciones climatológicas bastante extremas enmarcadas en un clima mediterráneo con carácter continental de grandes oscilaciones térmicas (de -20º a 42º C). Esto unido a las bajas precipitaciones y a una altitud de entre 720 y 1.100 metros con un suelo de excepcionales características (formado por capas de arenas limosas o arcillosas, con alternancia de capas calizas y concreciones calcáreas) dan como resultado unas uvas de calidad extraordinaria. Y es que los suelos tienen un enorme protagonismo a la hora de aportar unas u otras características a los vinos.

En esta zona podemos diferenciar tres tipos de suelos: arcilloso, calizo y pedregoso. El primero retiene mejor el agua de los viñedos y da lugar a vinos con mayor estructura y carácter. Los suelos calizos, por el contrario son secos y áridos ricos en sales calcáreas aportando elegancia y complejidad a los vinos. Y por último, los pedregosos, al estar formados por piedras no retienen nada el agua dando lugar a vinos más melosos.

 

  • La Tinto fino conocida también como Tinta del país, de pequeño tamaño, piel gruesa y maduración tardía es la variedad por excelencia que se cultiva en esta zona. Es una uva que se adapta excepcionalmente a los cambios bruscos de temperatura de la zona y que proporciona vinos de fuerte coloración violácea, que destacan por sus aromas a frutos negros del bosque y sus taninos estructurados en boca.

 

Pero no solo se trabaja con esta variedad en la D.O., también se cultivan otras variedades permitidas como la Cabernet sauvignon de tanino acusado que da lugar a vinos de alta acidez. O la Merlot, de tanino medio y matices a frutos secos. Nos encontramos también la Malbec, con notas mentoladas, pero con la desventaja de no haber conseguido adaptarse muy bien al clima por lo que su producción es baja. La Garnacha tinta, variedad muy aromática y que se adapta a climas extremos, o la Albillo mayor, única uva blanca de la D.O.

En definitiva, el buen hacer de las bodegas, las diferentes variedades y la calidad de las uvas dan como resultado vinos tintos con elevada carga frutal y buen paso por boca que van desde los jóvenes a los elegantes grandes reservas. Así como refrescantes rosados y blancos frescos y afrutados.

Tres propuestas para disfrutar de un ribera:

Montebaco de Finca 2018

  • Es el crianza de la casa. Permanece más de un año en barricas mayoritariamente de origen francés, aunque también de roble americano de Missouri. En nariz prodinan los toques de frutos del bosque, especias, minerales y maderas elegantes; en boca se aprecian sus taninos vivos, amables y elegantes. Un vino de finca que no defraudará a los seguidores de la Ribera del Duero.

 

 

 

 

Montebaco Cara Norte 2018

 

  • Un vino de finca procedente de  la parcela Cara Norte, una ladera de composición dominante arcilla calcárea  que como indica su propio nombre  esta orientada a este punto cardinal, es un vino sabroso, untuoso y elegante con un fino equilibrio y un aroma lleno de matices frutales, cualidades que lo convierten en el perfecto acompañante de platos contundentes como guisos caseros o platos de carnes de caza.

 

 

Montebaco Semele 2018

  • Semele es un tinto de nuevo cuño. Elaborado íntegramente con uva procedente de la finca Monte Alto. Comparte con el resto de vinos de la bodega la misma filosofía vitivinícola, aunque buscando amabilidad, redondez, frescura, riqueza aromática y expresión varietal.
    Crianza en barrica 12 meses.

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